En su audiencia a la Comisión Teológica Internacional, el Pontífice subraya que «en un mundo complejo y polarizado», el amor de Dios en Cristo enseña la verdadera fraternidad, una «tarea ética esencial». El Papa alienta a desarrollar una «teología de la sinodalidad» que implique a todos los componentes de la Iglesia y reitera su deseo de viajar a Nicea en 2025 con motivo del 1700 aniversario del Concilio.
Isabella Piro – Ciudad del Vaticano
Volver a poner a Cristo en el centro y desarrollar una teología de la sinodalidad: estos son los dos puntos centrales sobre los que se detiene el Papa Francisco en su audiencia a la treintena de miembros de la Comisión Teológica Internacional, recibidos en audiencia esta mañana, jueves 28 de noviembre. El organismo -creado por Pablo VI en 1969 y presidido por el cardenal Víctor Manuel Fernández, Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe- se ha reunido estos días en sesión plenaria, centrando sus trabajos en el Concilio de Nicea, cuyo 1700 aniversario se celebrará durante el Jubileo de 2025. Una conmemoración que el Pontífice pretende vivir en la misma Nicea: «Estoy pensando en ir allí», afirma.
Ese acontecimiento, explica Francisco, representa «un cimiento en el camino de la Iglesia y de la humanidad entera porque afirma que “en Jesús podemos conocer el rostro de Dios y, al mismo tiempo, el rostro del hombre”. Esto significa, en una palabra, «fraternidad».
Una fraternidad que está fundamentada en Cristo, que se vuelve para nosotros una tarea ética esencial.
Desde aquí, pues, la Comisión se ve impulsada por el Papa a «ofrecer perspectivas y reflexiones útiles para un nuevo paradigma cultural y social, inspirado precisamente en la humanidad de Cristo».
En efecto, en un mundo actualmente complejo y frecuentemente polarizado, marcado trágicamente por conflictos y violencia, el amor de Dios que se revela en Cristo y se nos da en el Espíritu se convierte en una llamada para todos. Se trata de una exhortación a aprender a caminar en la fraternidad y a ser constructores de justicia y de paz. Sólo de este modo podemos esparcir semillas de esperanza allí donde vivimos.
El segundo estímulo dirigido por Francisco a los presentes se enmarca en la reciente XVI Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos, dedicada al tema de la sinodalidad. Un tema iniciado hace sesenta años por el Papa Montini, prosigue Bergoglio, y hoy maduro. De ahí el énfasis:
Yo diría que ha llegado el momento de dar un paso valiente: desarrollar una teología de la sinodalidad, una reflexión teológica que ayude, que anime y acompañe el proceso sinodal, en pro de una nueva etapa misionera, más creativa y audaz, que esté inspirada en el kerygma e involucre a todos los miembros de la Iglesia.
«Apoyada en el corazón de Jesús», concluye Francisco, «la teología surgirá de la Fuente y dará frutos en la Iglesia y en el mundo», sin descuidar la «dimensión de la alegría y del humor» con la ayuda del Espíritu Santo.
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