Un domingo cualquiera, los asistentes a la misa en San Antonio se encuentran con compañeros católicos de Palestina, quienes, más allá de los artículos religiosos que han traído para vender, permiten que los católicos estadounidenses les ayuden a cumplir un sueño
Por Sr Bernadette M. Reis
David David, Jack Odeh y Sami Mubarak son de Beit Sahour, un pueblo ubicado en Palestina a sólo dos millas de Belén. Ellos visitaron la parroquia del Santísimo Sacramento en San Antonio el domingo pasado.
Ante nosotros había hermosos artículos religiosos, hechos de madera de olivo de Belén, crucifijos, estatuas, belenes… Detrás de estos artículos religiosos hay 500 familias palestinas con un sueño. Quienes compran estos artículos no sólo reciben el fruto de la fe de compañeros católicos que alimentarán su propia fe. Ellos, a su vez, están ayudando a sus hermanos y hermanas a alcanzar el sueño de quedarse en Tierra Santa.
“Estoy aquí para cumplir nuestra misión en favor de las familias católicas en Tierra Santa”, me explicó Jack Odeh. “Tenemos muchos problemas allá”, continuó.
El principal problema que citó gira alrededor de la posibilidad de que los cristianos permanezcan en Tierra Santa. “Es un lugar muy importante”, Odeh enfatizó. “Es donde Jesús nació, donde murió”. Es importante, dijo, que las familias cristianas continúen ahí.
El estallido del conflicto el 7 de octubre del 2023, impactó directamente en los medios de subsistencia de las personas que viven en territorio palestino. Los turistas que solían acudir a sus tiendas en Belén “tiene miedo” de venir, comentó Odeh. Ahora, él va y viene, haciendo que los artículos religiosos estén disponibles en las parroquias de todo Estados Unidos.
Más de 500 familias cristianas palestinas, narró, están detrás de la creación de los artículos religiosos hechos de madera de olivo de Belén. “Todos los ingresos”, contó, “van para las familias cristianas, para que puedan quedarse en Tierra Santa, porque no queremos que nadie deje Tierra Santa, dado que es un lugar santo, la Tierra Santa. Es donde Jesús murió… No podemos abandonar esta tierra”.
Mientras están en la carretera, ellos se encuentran en contacto frecuente con sus seres queridos en casa. “Nosotros tenemos peleas allí, entre judíos y musulmanes, y todos los cristianos están en el medio… Queremos paz; no nos gusta esta vida”, comentó Odeh. “Pero no podemos dejarla, porque mi familia está allí. Los llamo más de diez veces al día”, relató, porque podrían bombardearles en cualquier minuto. Su experiencia de esta situación, añadió, es distinta a la de quienes no la viven en primera persona.
“Las noticias”, culminó, “no son buenas”. Los cristianos que viven allá realmente no saben lo que está pasando, y las noticias sobre ellos no se difunden. La gente, dijo, necesita ayuda.
“No podemos quedarnos mucho tiempo allí cuando hay una guerra. Todos se quieren ir. Jesús murió allá. No podemos dejarlo. Nosotros moriremos por Jesús”.
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