De visita en Tegucigalpa para la inauguración de la sede de la representación pontificia, el sustituto para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado, el arzobispo Edgar Peña Parra, recordó la “larga historia de relaciones diplomáticas entre la Santa Sede” y el Estado hondureño, que desde hace años mantiene “sólidas relaciones bilaterales”.
Tiziana Campisi – Ciudad del Vaticano
“Esta nunciatura apostólica es un signo claro de la solicitud y preocupación del Santo Padre por la Iglesia, el pueblo y todas las autoridades de este noble país”. Así lo afirmó el Sustituto para Asuntos Generales de la Secretaría de Estado, Arzobispo Edgar Peña Parra, durante la ceremonia de reapertura de la representación pontificia en Honduras ayer, 12 de julio, en la capital Tegucigalpa.
El prelado, de visita en la nación centroamericana, comenzó su discurso transmitiendo a los presentes “el cordial saludo y la cercanía espiritual del papa Francisco” y recordando la “larga historia de relaciones diplomáticas entre la Santa Sede” y el Estado hondureño. Destacó también que la reapertura de la nunciatura apostólica “demuestra las sólidas relaciones bilaterales que existen desde hace años”, que “se basan en el interés primordial de la Iglesia por ser ‘observadora atenta y sensible de los problemas que afectan a la humanidad -como destacó el Papa al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede el 7 de enero de 2019- con el deseo sincero y humilde de estar al servicio del bien de todo ser humano’, y de su desarrollo de manera integral y global”.
El adjunto para Asuntos Generales de la Secretaría de Estado explicó que a la nunciatura apostólica se le llama “cariñosamente” “la casa del Papa” porque “la labor del nuncio apostólico es también cuidar las relaciones de la Iglesia local con el Santo Padre y la Santa Sede”, por lo que el representante papal “encarna la solicitud del sucesor de Pedro y de la Iglesia universal, por esta fracción del Pueblo de Dios que peregrina en Honduras, como signo de comunión de todos sus miembros con el Cuerpo Místico de Cristo”.
Repasando la historia de las relaciones entre la Santa Sede y Honduras, monseñor Peña Parra continuó que a partir de “una nota en los archivos de la Secretaría de Estado” es posible datar el inicio de las relaciones diplomáticas en 1861, “pronto”, sin embargo, “interrumpidas”, pero “reanudadas a principios del siglo pasado, con un representante papal en varios países de la región centroamericana, residente en Guatemala”.
Se remonta a 1933 la erección de la primera Nunciatura en la capital, pero “desde entonces, nunca ha faltado un representante papal en esta bendita tierra”. El sustituto también mencionó a quienes desempeñaron labores diplomáticas en Honduras, “personas que amaron mucho esta tierra”, recordando que él se desempeñó como asesor en la nunciatura apostólica “de 2002 a 2006”.
“Fueron años hermosos e intensos en los que realicé una gratificante labor diplomática y sacerdotal, gracias a la acogida que me reservó la Iglesia hondureña”, dijo el prelado, expresando finalmente su gratitud al nuncio apostólico monseñor Gábor Pintér, a sus colaboradores y a todos los que hicieron posible, “con tanto empeño y dedicación”, la reapertura de la representación pontificia.
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