En medio de la devastación y el caos de la guerra, la fe se convierte en un refugio para muchos. La Iglesia desempeña un papel crucial en brindar consuelo y esperanza en tiempos de conflicto, sirviendo como un faro de luz en la oscuridad de la guerra.
Los jóvenes representan la esperanza y la capacidad de transformación de nuestra sociedad hacia la reconciliación y el perdón. Su participación activa y compromiso son fundamentales en la construcción de un mundo más justo y equitativo.