El cristianismo influyó profundamente en la pintura barroca, convirtiéndola en una herramienta de expresión religiosa y emocional. Las escenas bíblicas y la veneración de los santos fueron temas recurrentes, reflejando la espiritualidad de la época.
Un hombre de fe incansable, San Carlos Borromeo dedicó su vida a reformar la Iglesia de Milán en el siglo XVI. Su labor incansable y su compromiso con la moralidad y la justicia lo convirtieron en un referente de la Iglesia Católica.