El ecumenismo surge como un llamado urgente a la unidad entre los cristianos, trascendiendo las diferencias doctrinales para enfocarse en lo que verdaderamente nos une: el amor a Cristo y la búsqueda de paz y fraternidad en el mundo.
El Vaticano II marcó un antes y un después en la historia de la Iglesia Católica, transformando su relación con el mundo moderno. Su legado sigue presente en la Iglesia del siglo XXI, promoviendo la apertura al diálogo y la renovación espiritual.
Los jóvenes juegan un papel fundamental en la promoción de la unidad y el ecumenismo. Su vitalidad, entusiasmo y apertura de mente son la clave para construir puentes entre diferentes comunidades religiosas y promover la fraternidad entre todos los seres humanos.