La Iglesia católica enseña que la muerte no es el final, sino el comienzo de una vida eterna. A través de la fe y el amor de Dios, los creyentes confían en que serán recibidos en el reino celestial.
La perspectiva católica sobre la justicia social se enfoca en el respeto a la dignidad humana y la equidad en la distribución de recursos. A través de la solidaridad y la compasión, la Iglesia busca construir un mundo más justo y equitativo para todos.