Santa Mónica, madre de San Agustín, es un ejemplo de fortaleza espiritual y fe inquebrantable. A través de sus oraciones y perseverancia, logró convertir a su hijo en uno de los grandes santos de la iglesia católica.
Santa Mónica fue una figura clave en la vida de San Agustín, su hijo. Con gran dedicación y fervor, guió a su hijo por el camino de la fe y fue un modelo de oración para muchos. Su historia nos enseña la importancia de la perseverancia y la confianza en Dios.