La música sacra ha evolucionado a lo largo de los siglos, adaptándose a las necesidades de la liturgia católica. Desde los cantos gregorianos hasta las composiciones contemporáneas, sigue siendo una parte fundamental de la celebración religiosa.
La tradición litúrgica es un componente vital en la vida de la Iglesia, ya que conecta a los fieles con su historia y les permite experimentar la presencia de lo divino de una manera tangible. Su relevancia radica en su capacidad para unir a los creyentes a lo largo del tiempo y el espacio, creando una comunidad de fe unida en la adoración y el seguimiento de Cristo.