La Cruz representa el amor incondicional de Dios, el sacrificio supremo de Jesús y la redención de la humanidad. Para el creyente, simboliza esperanza, perdón y fe en un futuro mejor. Sin ella, nuestra vida carecería de propósito y significado.
El ayuno y la penitencia, prácticas antiguas que siguen vigentes en la vida del creyente. La privación voluntaria nos acerca a Dios y ayuda a purificar nuestro ser interior, fortaleciendo nuestra fe en tiempos de prueba. ¡Descubre el poder transformador de estas disciplinas espirituales!